sábado, agosto 27, 2005

Creencias.

¿Crees en el destino?
No somos más que actores siguiendo el libreto de una historia sin fin, todo tiene una razón de ser. No existe el temor ante la inseguridad que produce el futuro, lo incierto, lo que no podemos controlar o predecir, el resultado de esas acciones muchas veces erróneas...Porque al final todo pasa por algo, porque al final todo está escrito.

¿Crees en la casualidad?
No somos más que un accidente en el universo, una unión de factores inexplicables, ilógicos que simplemente están allí, pero que pudieron haber sido diferentes.

¿Crees en ti?
No somos más que el resultado de nuestras propias acciones, somos nosotros los que vamos, pasito a pasito construyendo nuestro camino, distrayéndonos y tropezando, divagando y cambiando de ruta.

¿No crees en nada?
No somos más que un grupo de seres atemorizados ante la vida, buscando desesperadamente un sentido, un significado, perdidos en un mundo de simbolismos y significados que nuestros antepasados crearon. Aferrándonos a ellos, separándonos y juzgándonos en base a ellos, demasiado aterrados de siquiera ponerlo en tela de juicio, porque perderemos esa preciada “Seguridad”. Es por eso que te alejas de toda creencia, significado, símbolo o tradición, de esa fantasía, pero sin darte cuenta tu mismo creas una nueva fantasía, la del control, buscas obtener esa misma seguridad.

Sí realmente deseas conocer a una persona, sus creencias, es una de las cosas más importantes que debes observar. Y tal vez en el camino, logres conocerte un poco más a ti. Lo que crees, te define, limita tus acciones, te hace predecible, te predispone a rechazar u aceptar a una persona, o simplemente “dejarla vivir”. En base a eso, tomarás cada experiencia que vayas acumulando en tu vida. Dependiendo de eso serán tus mecanismos de defensa, tu forma de amar y encarar la vida, de esconder u afrontar tu temores, frustraciones.

Y tú ¿en qué crees?

sábado, agosto 13, 2005

La Manipulación: Segunda Parte.

Herramientas Manipulatorias:

Por la naturaleza propia de la manipulación, estas herramientas deben ser imperceptibles. Ya que como expliqué en la Primera Parte, para manipular a una persona es básico que esta persona no sepa que es manipulada. Por lo que, su uso debe ser limitado. Ya que sí se emplean de forma reiterada, se corre el peligro de ser descubierto y/o que el sujeto manipulado llegue al punto de ser inmune a la manipulación. Precisamente este es un error muy frecuente, se le encuentra a la persona un punto débil y se le explota. Cada persona tendrá un punto débil diferente y una herramienta que puede ser efectivísima con “y” será inútil con “x”, es por lo que como dije en mi anterior “divagación” el manipulador –no promedio- desarrolla una amplia sensibilidad y conocimiento psicológico de las personas, estudia sus creencias, sentimientos, acciones, el origen de cada uno de sus comportamientos y reacciones. Para algunos el punto débil será una desarrollada sensibilidad –o sensiblería- para otros será su propio ego.


1.-La Culpa:


Esta es una de las herramientas que más se asocian al manipulador, al cual consideraría de tipo 1, por la poca dificultad que ésta requiere. Por regla general es una herramienta que se les atribuye a las mujeres.

La culpa, es un sentimiento desagradable que ata nuestra voluntad y nos hace sentir mal, por lo que es una muy poderosa herramienta de manipulación, tan poderosa, que es una de las pocas que tienen efecto incluso cuando están al descubierto, ya que el manipulado esté plenamente conciente de la manipulación no implica que quede libre de ella, el deshacerse de ese sentimiento es algo que no muchos logramos, requiere cambios que no todos tienen el valor de hacer y sobre todo, exige un enorme conocimiento de si mismo.

El punto débil, en este caso es "la sensibilidad" del individuo. El manipulador se ubica en una posición de ventaja emocional. Por los sentimientos que genera, esta constituye una de las manipulaciones más difíciles de safarse. En mi viaje por este valle de lagrimas xD, he tenido la oportunidad de estudiar/analizar a muchos de estos manipuladores, diferentes tipos de personalidades, una sola herramienta. Y desde luego he tenido la oportunidad de analizar a su manipulado.

El procedimiento es simple, para que pueda ser llevado a cabo el manipulado debe tener como condición sine quanum una desventaja afectivo/emocional, ya sea porque posee un lazo afectivo que pueda ser utilizado, creándola por medio del uso de la transferencia de responsabilidades, etc. En la manipulación se da una distorsión/exageración de la realidad.

Partimos de la idea de que no cualquier persona nos afecta lo suficiente como para hacernos sentir culpable. Esta desventaja emocional nacería por ejemplo cuando al entablar una relación (en el sentido amplio de la palabra), en el caso de los amigos, poco a poco esa persona va ganando tu confianza y sobre todo tu afecto, sus palabras tienen un efecto muy especial en ti, su sufrimiento ya no te es indiferente, te vuelves vulnerable, y lo haces gustoso, porque lo quieres, porque confías. Al tener ese status el manipulador adquiere dos elementos muy importantes, primero el lazo afectivo, y segundo un conocimiento clave del individuo: Sabe “donde es que duele”, conoce todos esos puntos débiles y hasta donde pueda llegar su sensibilidad. Esto lo sabrá poniendo a prueba al manipulado, no necesariamente el primer golpe es el objetivo que desea conseguir, ira logrando pequeños objetivos hasta llegar a donde desea, sin arriesgar, porque sabe que si no lo consigue de esta manera habrán muchas otras.

Al tener esa desventaja emocional, una de las estrategias es utilizar la “transferencia de responsabilidades”, el manipulador crea una especie de ficción en la que tus acciones tienen el poder de generar su felicidad o infelicidad, te hace el culpable de su sufrimiento y lagrimas. También puede sembrar el temor de pérdida irreparable de la amistad, la cual jamás volverá a ser igual.

El lazo afectivo, no necesariamente tiene que ser con el manipulador, puede utilizar el lazo que existe con alguien más. Por ejemplo la esposa que desea que su cónyuge pase más tiempo en casa utilizará a su hijo para hacerlo sentir culpable. El padre que desea lo mismo de su hijo y sabe que sus gritos/amenazas son insuficientes utilizará a la madre como pretexto. En el caso de ser el poseedor de dicho lazo: La madre, experta en el campo de la manipulación con un par de palabras dramáticas y posiblemente un par de efectivísimas lágrimas lo dejará fuera de combate.

Existen personas que las características mismas de su personalidad las hacen proclives a ser manipuladas. Esto se da comúnmente porque la sociedad (o la religión) va condicionando a la persona a ser buenos, al punto que duela, sacrificarte por alguien es bien visto…”el dolor purifica el alma” como me dijo una monja una vez (yo casi con infarto). Por lo que la idea de ser los causantes del dolor de otro o agravárselo les causa pavor, vergüenza, de que socialmente sea tildado de malo: malos hijos, malos hermanos, malos amigos, etc. Y lógicamente ser rechazados por ello. El manipulador lo sabe y toma nota de ello.
También está el cado de las personas que tienen una gran “necesidad” de afecto, desarrollan un gran temor de ser abandonados, quedarse solos, de perder a sus “preciados” amigos, que por regla general será cualquiera que le regale una sonrisa o tenga un gesto medianamente amable, este tipo de personas son fácilmente manipulados, aunque no por cualquier persona, únicamente por aquellos a los que éste considere importantes, tienen un desarrollado sentido de “pertenencia”, por la cual llegarán a limites insospechados.

La culpa vista desde la otra cara de la moneda.

Esta es sin duda una de las posiciones mas incomodas y desagradabas en las que alguien se puede encontrar. En teoría el manipulado es una persona que se enfrenta a un tipo de represión, encuentra su conducta encausada a caminos -en su mayoría- que no desea como es normal en la manipulación, pero como agregado, en este caso por la característica de la manipulación, enfrenta sentimientos como: Rabia, frustración e impotencia. Especialmente cuando sabe que esta siendo objeto de manipulación y "aparentemente" no puede con ella. El manipulador crea un muro –emocional- infranqueable al rededor del manipulado.

Son muy pocas personas las que nunca han sido objeto de este tipo de manipulación. ¿Existe alguna formula mágica para evitar serlo? ¿Cómo luchar contra este sentimiento? ¿Es posible dejar de sentirlo? (me sentí como libro de autoayuda xD) Ese, es el meollo del asunto, o como dice un amigo "ahí esta el mambo"

Como se trasluce en mis anteriores escritos, no soy partidaria del "dejar de sentir", una persona podría tomar la efectiva pero errada (en mi humilde opinión) actitud, de andar por el mundo protegiéndose emocionalmente del resto, por medio de una barrera emocional, sin permitirse crear ese “lazo” y así evitar ser vulnerable. Pero como he dicho antes: Todo sentimiento, por más desagradable que sea, es una señal de nuestro inconciente que no debemos desatender so pena de pasarla peor, mucho peor. Prefiero centrarme en idear en el "qué hacer con ese sentimiento y como evitar que te domine", que en el pensar una forma de evitarlo.

Quiero aclarar que, no es que siempre que sintamos culpa existe del otro lado una persona queriendo manipularlos. Es por eso que digo que se necesita un amplio conocimiento interno.

El darnos cuenta de que se nos desea manipular no siempre desaparecerá el sentimiento, algo que me funciona muchísimo a mí, es el tratar de ver al manipulador, como una persona que me quiere obligar de mala forma a hacer/no hacer algo. Hay que ver al manipulador como es, una persona que –independientemente sus motivaciones- nos está obligando, nos está nulificando como persona y nos está convirtiendo en un títere que maneja a su antojo. Nos está arrebatando una de las cosas que considero más importantes: La Libertad. Libertad para decidir a donde queremos ir, con quien deseamos estar, en que emplearemos nuestro tiempo, que cuando es escaso se vuelve valioso. En este caso me gusta ver al manipulador como una persona que no tiene ni una pizca de respeto hacia nuestros sentimientos, deseos, necesidades y mucho menos hacia nuestra voluntad. Es una persona que no le importa hacernos sentir mal con tal de obtener un objetivo. Al hacer esto me estoy valiendo de una reacción psicológica bastante lógica, estoy sustituyendo el sentimiento de culpa por el sentimiento de “sentirte engañado”.

Una de las cosas que siempre he apoyado, es lo que para efectos de esta "divagacion friky" llamare como "egoísmo saludable". El cual está basado en que toda persona tiene necesidades "básicas", para obtener una mediana felicidad. Necesidades que obviamente dependen de cada persona: Por ejemplo el poder emplear su tiempo, dinero, en si mismo El poder pasar tiempo de calidad con su pareja, amigos, etc. Eso, por dar un ejemplo. Al poner esos límites, creamos un círculo imaginario, que debemos respetar y hacer respetar. Seguramente por algún motivo determinado deberemos sacrificar alguno de esos puntos, pero el punto radica, en "La Libertad".

Esto es en realidad una de las cosas más difíciles de hacer. Especialmente cuando crecemos en una sociedad -apoyada por la religión- que nos dicta como debemos ser: Buenos, desinteresados, pensar siempre primero en el prójimo. Son conceptos que creemos opuestos ya que tenemos esquemas muy rígidos del bien y el mal, lo correcto y lo incorrecto. El problema reside, en que ese mundo ideal en el que debemos actuar así, no existe. Y si andamos por el mundo siguiendo ese esquema al pie de la letra, siempre seremos victimas de los manipuladores (tan malos ellos :auto: ). Por lo tanto, lo primero que necesitamos hacer es aclarar conceptos. Al decir "egoísmo saludable", no me refiero a que vamos a andar por la vida dañando al resto y rechazando darles nuestra ayuda y todo ese concepto típico que acompaña a al "egoísmo" (ser malvado, despiadado y blablabla yara yara)

Una vez, hecho lo anterior, tenemos que tomar en cuenta lo siguiente: El manipulador una vez que se de cuenta que ya no puede dominarnos por ese medio, abandonando la herramienta, lo cual no significa que no intente utilizar otras.


Continuara...

domingo, agosto 07, 2005

La carretera de mi vida.


Independientemente si eres la “litoral” o la “panamericana” eres esa calle mágica que me transporta a mi pasado o a mi futuro. Un pasado del que me alejé a paso veloz por la emoción de un futuro incierto. Ahora, que me veo obligada a regresar a ese pasado, vuelvo a ti y cada vez que te transito una sensación extraña me embarga, de nostalgia por las cosas que dejo: recuerdos, risas, amigos, sueños, aventuras, amores pasados o presentes, que me hacen valorar cada vez más el momento del retorno. Pero también una sensación de emoción al pensar en nuevas aventuras, experiencias, sensaciones, sabores e ilusiones…

A veces siento que el coche se llena de gentes que alguna vez me acompañaron, recuerdo cada parada que hicimos, cada broma, chiste o chisme, cada “si no quitas a Estopa juro que te lanzo el CD por la ventana” xD.

Han sido semanas muy buenas, en las que simplemente me he dejado guiar, sin la lucha de querer alcanzar ese control, únicamente relajándome y disfrutando el panorama incluso esos pequeños problemas que se presentan en el camino, porque sé que es pasajero, porque sé que es un pequeño lapso de tiempo para mi, para replantearme mi futuro, para reestructurar mi vida y hacer todos esos cambios que estaba necesitando…

Ahora, se me presenta una nueva oportunidad, un nuevo cambio, y no puedo evitar que en mi rostro se dibuje esa sonrisa de aquel que se sale con la suya :P

jueves, agosto 04, 2005

Procesos espirituales de una pulgarcita. Primera parte.

¿Creyente?, autómata, anti-religión, agnóstica, atea.


Hace ya muchos meses, hablaba con mi padre sobre la fe, éste me decía que la fe es un don, algo que se posee o no se posee, luego de mucho hablar llegamos a la “sabia” conclusión que ninguno de los dos poseía una pizca de dicho don. Me gusta esa definición ya que se apega a lo que pienso de la fe y esos rollos. Siempre la he considerado como un “sentimiento”, algo imposible de aprender, heredar o inculcar a diferencia de rollos como la política, etc.

Vengo de una familia bastante católica donde puedes encontrar desde el mayor fanático religioso hasta el típico católico “disel” como dice mi hermano xD (por el “dice él”). Mi familia nuclear (entiéndase como padre, madre, hermanos) es del tipo “católica disel”, el que se llama católico pero va a misa “de vez en nunca” y así sucesivamente. Así que siempre me creí “creyente”, mucho antes de entender a ciencia cierta lo que esto significaba o incluso en qué estabas creyendo.

Entonces, para que las niñas –mi hermana y esta servidora- tuvieran una formación religiosa adecuada mis padres nos inscribieron desde pequeñas en un colegio de monjas. Siempre me caracterice desde pequeña por tener una personalidad bastante inquisitiva, me gustaba preguntarlo todo, cuestionarlo, razonarlo no simplemente “actuar de acorde a” causándoles mas de un dolor de cabeza a las monjitas y al cura de turno. Muy probablemente gracias a eso, con el paso de los años no llegue a sentir eso llamado fe, nunca llegue a ser una persona creyente. Lo que equiparo a ponerle pausa a tu cerebro, tu razonamiento y simplemente aceptar algo como verdadero. Me sentía diferente, rara, pero obligada a “realizar las actividades del colegio” como ir a misa, confesarme, ir a convivencias (esas eran entretenidas), como una especie de autómata, deje de seguir cuestionándome, porque después de todo “los adultos siempre tienen la razón”. Pero esa falta de sentimiento permaneció en mí, escondido en un rincón. Tengo muy presente una convivencia en especial, estábamos todas (colegio religioso, sólo de féminas) sentadas en el pasto mientras nos daban una charla bastante melodramática de Dios, lo mucho que sufrió Jesús, y no recuerdo que más… y de repente, veo como a poco todas mis compañeras empezaron a llorar, pensando en el arrepentimiento, en lo pecadoras que eran, etc. Creo que ese momento está en mi “top 5 ” de situaciones incómodas: ¿Y ahora qué hago? ¿Lloro también? Pero no quiero llorar ¿yo que culpa que se lo hayan “echado”? Además no tengo motivo para llorar, me siento feliz. Mientras sentía la mirada asesina de las monjitas, el tipo de la charla me veía raro y mis compañera se consolaban mutuamente yo pensaba: que ridículo esto, pero vamos!!! Rápido piensa en algo triste, Ah si pobre Anthony se cayo de caballo y se murió (Candy Candy), pfff que termine esto rápido. Creo que fue el momento en el tuve la seria sospecha que el “chip” creyente me faltaba, claro, en ese momento pensé que era un desperfecto de fábrica, estar entre tanto creyente te hace sentir como que el “errado eres tú”.

Cuando salí del colegio, deje todas esas cosas, no volví a poner un pie en misa y sentí la libertad que da el poder seguir cuestionándome, cuestionándoles, aprendiendo, la libertad de pensar y seguir cualquier incoherencia que salga de tu cabeza, pero al fin y al cabo es TU incoherencia. Y como es lógico, me fui al otro extremo de la moneda, me convertí en una “anti-religión” me gustaba hablar con personas religiosas y debatirles, me volví bastante buena en ello, creo que mi mayor logro fue poner en “jaque” a una de las personas más fanáticas que he conocido.

Luego de un tiempo me aburrí de mi papel y me di cuenta de lo absurdo que era. Y seguí mi camino, pase un tiempo en ese limbo y alguien me motivo a buscar la fe, no desde el punto de vista impositivo, siguiendo lo que te dijeron, sino en tratar de verlo desde otros ojos sin mis prejuicios y trabas mentales, simplemente para ver qué pasaba. Me convenció y creo que en el fondo quería saber si era capaz de creer. Y ante el asombro/shock de mi familia, me metí a una comunidad religiosa de esos movimientos juveniles, que era formada por una serie de grupitos formados de acuerdo a la edad y que era orientada por un hermano marista, comunidad en donde estaba uno de mis mejores amigos, llegue sin mis prejuicios y súper razonamientos, mis preguntas iban encaminadas ya no a rebatir, sino a aprender, tratar de entender. De entrada fui súper sincera con ellos y estos me recibieron demasiado bien, siempre pacientes a mis preguntas, con los que llegue a formar un lazo amistoso. Incluso fui a uno de sus retiros espirituales en Guatemala y creo que es uno de los recuerdos mas bonitos que tengo (no la experiencia religiosa), me agradaba la gente, sus actividades, sus cantos, bailes, su simpleza y buena onda. PERO el dichoso sentimiento nunca llego, así que a pesar de sentirme muy a gusto con ellos, los abandoné.

Fue como el momento de “no, definitivamente esto no es para mi”, buscando definirme una vez me explicaron lo que significaba ser “agnóstico”, me lo pusieron algo así como un ser escéptico, te creo si me lo compruebas, una persona racional. Y sin mucho análisis lo adopté, hasta que posteriormente me dije, no, el término adecuado es “ateo”, creo que en el fondo le temía un poco, por los prejuicios, por la gente, pero al final no me importó.

Ahora, me gusta mucho hablar con personas religiosas el preguntarles ¿por qué crees? A veces siento que busco ese chip que me hace falta que me hace ser diferente, sin embargo me gusta serlo, el ser racional, el utilizar la lógica, el no necesitar “algo” que me de valor, el creer en mis propias capacidades, el sentirme autor de mi propia historia no simplemente “actor”: alguien que sigue lo que ya esta estipulado, lo que esta escrito, el destino dicen algunos…